17.2.12

INTERVENCION CON COLECTIVOS DESFAVORECIDOS

LOS PROCESOS DE «PERSONALIZACIÓN» E «INSTITUCIONALIZACIÓN» DEL CONFLICTO

Siguiendo a VALVERDE MOLINA (1993, pp. 130-132) podemos asegurar que en un principio, el conflicto no se plantea en el contexto individual sino grupal, y se basa exclusivamente en la dinámica social. El individuo que nace y se socializa en un entorno social desfavorecido puede llegar a desarrollar un comportamiento inadaptado con respecto de las normas y leyes. De ahí que se haya mantenido la opinión de que la situación de inadaptación es previa al propio individuo, el cual se verá envuelto en ella como una situación de normalidad. Por tanto, el comportamiento desadaptado, en su primera etapa, no tiene por qué suponer ningún tipo de alteración en la personalidad. Es decir, se trata de una conducta normal y adaptada en un contexto anormal e inadaptado en relación con las propias demandas sociales.



 

Pero esa conducta desadaptada provoca, inevitablemente, la intervención de las instituciones de control social, tendentes a conseguir un control externo del comportamiento cuando el proceso de socialización no garantiza el control interno; esa intervención sólo se centra en el individuo concreto, no en su entorno. Así se va produciendo una progresiva personalización del conflicto, de manera que el individuo al sentir sobre sí mismo la presión marginadora de las instituciones de control social va considerándose a sí mismo como un inadaptado y tenderá a alejarse progresivamente de las normas convencionales de conducta, desarrollando unas pautas comportamentales acordes con la dinámica conflictiva en que se ve envuelto. Además, la veda relacional del joven se ve dificultada por un entorno social que no responde a sus necesidades y no le permite desarrollar sus capacidades. Todo ello hace que se desarrolle en él una percepción negativa de la sociedad y de sí mismo que le llevará a un profundo sentimiento de frustración y desvalorización personal.
 
La formalización del inadaptado como delincuente, dando respuestas jurídicas a problemas que no son jurídicos sino económicos, sociales, escolares, etc. y el progresivo endurecimiento y anormalización de las medidas adoptadas, provocan un distanciamiento y enfrentamiento profundos entre el individuo y el contexto social, llevando una cadena de agresiones mutuas que terminarán por alterar la conducta y la personalidad del individuo.

Los estudiosos han destacado dos características interrelacionadas de la personalidad del menor inadaptado:


- INMADUREZ:


Dentro de la inmadurez podemos destacar:


- Búsqueda de gratificaciones inalcanzables: Lleva a un conflicto con las normas sociales, lo que produce una actitud de oposición, que conduce al menor a que se perciba a sí mismo como víctima y al entorno como agresor. De ahí el escaso sentimiento de culpabilidad y autojustificación del comportamiento, lo que va a provocar con el tiempo el paso de víctima a agresor.

- Vacío de sí mismo: Sería el resultado de las agresiones que ha sufrido por parte de su ambiente. No mantienen vinculaciones con el pasado, a menudo dramático que, aún colaborando en la formación de su personalidad, rara vez es asumido conscientemente. El presente es percibido de manera concreta limitándose al «aquí y ahora». El futuro casi no existe ya que no tienen perspectivas de futuro.
- Comportamiento contradictorio: Fluctuaciones de su conducta y múltiples variaciones por no sacar provecho de la experiencia, cometiendo los mismos errores.
- Búsqueda de prestigio: Debido al entorno en el que viven afirman su identidad de manera agresiva como necesidad de valorarse a sí mismos.
- Adaptación situación: La obligación a responder constantemente a acontecimientos que no controla le lleva a vivir deprisa y sacar el máximo provecho a la situación.

- INSEGURIDAD:


- Inseguridad situacional: La forma en que responde a situaciones de su vida.


- Comportamiento descontrolado:

Aparentemente puede presentar una imagen contradictoria de su personalidad. Su comportamiento parece descontrolado y con continuas oscilaciones según la situación.

Los acontecimientos parecen ir por delante, por lo que se ven obligados a responder en el mismo momento en que se producen.


Manifiestan conductas exageradas, desproporcionadas entre la respuesta y la situación. Cualquier situación irrelevante puede provocar reacción exagerada.


Su comportamiento es difícil de prever. Esta imprevisibilidad no implica incoherencia sino que sería necesario conocer los patrones de interacción que relacionan su respuesta con la situación concreta.


- Desvinculación respecto al entorno:

No se siente integrante del entorno, lo que le lleva a una indiferencia, despreocupándose de su conducta y relacionándose con su entorno de una manera egocéntrica.

- Inseguridad relacional: La forma en que establece sus relaciones interpersonales.

La capacidad alterada para conectar con las situaciones también afecta a las relaciones con las personas de su entorno. Suele tener un sentimiento de soledad aunque busca permanentemente la compañía de otros sólo establece relaciones superficiales debido a:

- Desconfianza por sus numerosos fracasos. Bloquea su necesidad de afecto.

- Indiferencia afectiva. Aparece como frío, duro despreocupado por los demás. Esto seria un mecanismo de defensa ante las frustraciones emocionales.
- Labilidad afectiva: Puede pasar de un estado de ánimo a otro con gran rapidez, reaccionando de una manera ahora y de otra un momento después.

 

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