12.4.14

Luchar contras las drogodependencias

Vivimos una época en que los medios de comunicación ya no nos sorprenden cuando publican alguna noticia sobre narcotráfico u otros delitos relacionados con las drogas. Junto a éstos contemplamos casi abortos una escasez de respuestas preventivas, educativas y reeducativas que intenten modificar las causas generadoras de la delincuencia que se derivan del uso y abuso de las drogas.

            Los expertos dicen que la falta de padres, el alcoholismo y la drogadicción, la agresividad y la explotación, son factores que pueden generar delincuencia. Por eso en el VI Congreso de las Naciones Unidas sobre Prevención del Delito y Tratamiento del Delincuente (Caracas, 1980) se aprobaron conclusiones como que “la función de la familia en la prevención de la delincuencia de menores y en la educación de la juventud y el tratamiento de los delincuentes debe ser apoyada por el Estado y la comunidad en general, y debe estar equilibrada con la intervención externa del Estado y con otras intervenciones institucionales externas...”.

cursos drogodependencias            También es interesante saber que el fracaso escolar está presente en muchos delincuentes y que bastantes no lo serían si su experiencia escolar hubiese sida más positiva y fuesen apoyados por sus padres mostrando interés hacia la educación de sus hijos. Así mismo la escuela es quien debiera detectar tempranamente las carencias del menor, estando para ello más integrada en el barrio y en la problemática de sus habitantes.

            Pero en el momento de afrontar la delincuencia como problema social, desde las instancias oficiales se sigue concentrando mayores esfuerzos en la represión del problema que en su prevención. Se da más importancia a la legislación penal, al aparato de justicia, a los centros penitenciarios, a las fuerzas de seguridad, etc., que a las políticas sociales y a la prevención de las causas generadoras de la delincuencia. Y está también hay que abordarla desde la familia, las instituciones educativas, la calle, los medios de comunicación y la responsabilidad de la sociedad.

            El instrumento fundamental de la represión de la delincuencia continua siendo la prisión, que demuestra su fracaso rehabilitador si vemos los altos índices de reincidencia que existen. En la prisión se consigue justamente el efecto contrario al que desea la sociedad: que el sujeto vuelva a ser una persona sociable. La violencia, las condiciones precarias de vida, la imposibilidad de promoción cultural o profesional hace que un buen número de individuos que ingresan en prisión por causa de un delito ocasional salgan como pulidos delincuentes instruidos por sus compañeros de patio.

            El consumo de drogas y su tráfico ilícito está provocando un amplio debate social que muy posiblemente favorezca, me temo que a largo plazo, una visión más preventiva que represiva, aun cuando hoy se ve el problema casi como una mera cuestión de seguridad ciudadana, que acaba manipulándose por diferentes intereses. Las madres contra la droga son toda una historia de dolor. Madres de hijos que se iniciaron a una edad muy temprana. Desde mediados de los años 80 hasta principio de los 90 demandaban centros de atención y tratamiento para sus hijos, manifestándose en los barrios, frente a las comisarías de policía o ante los juzgados, con un fuerte eco social y respaldadas por la opinión pública. También las hemos visto gritar en contra del narcotráfico, exigiendo medidas policiales y depuración de responsabilidades e toda la mafia que mueve el contrabando de la droga.

            La experiencia ha sido para ellas una posibilidad de aprender de los errores. Y saben que los cometieron, pero las amargas vivencias les han enseñado a razonar con calma para poder ayudar mejor a sus hijos.

            Cientos de jóvenes han iniciado, en muchos casos, un camino sin retorno. Son muchas vidas truncadas, desamores, continuas recaídas y pocas esperanzas. Sin embargo es necesario creer en la persona y no cesar de luchar, junto a otras madres y profesionales, para que estos jóvenes puedan ser individuos capaces de levantarse tras el error de intentar buscar solución a sus problemas en el abuso de las drogas. Los pequeños progresos que se vislumbran en algunos chavales, o que otros ingresen en centros de rehabilitación en lugar de la prisión, es un motivo para continuar en esa lucha iniciada hace ya años por la asociaciones de lucha contra la droga.

No hace mucho tiempo a los chavales drogodependientes se les catalogaba como “viciosos”, luego como “delincuentes” y ahora los técnicos y especialistas dicen que se trata de una enfermedad bio-psico-social. Aún así hay quienes consideran a la persona drogodependiente como falto de fe en Dios, de disciplina, de habilidades sociales, etc. Son chavales víctimas de unas circunstancias sociales, de una época concreta que nos ha tocado sufrir. Se han hecho adictos a heroína, la cocaina..., drogas que alienan, adormecen y frenan las ilusiones de la juventud. Son víctimas también de las políticas de los gobiernos. Según sean los gobiernos de turno así se les clasifica; según la ideología municipal o regional así se destinan los recursos para uno u otro fin, para uno u otro centro o asociación.

Se trata de chavales y chavalas que como consecuencia de su situación personal derivada del consumo de drogas tienen múltiples enfermedades, arrestos, condenas..., que han perdido la credibilidad para sus familias, que sus lazos afectivos se han deteriorado o están ya rotos...

            Hace falta una educación en otros valores, que los chicos luchen, peleen por sus derechos, analicen la realidad. Que sepan las cosas no las regalan y que tienen que ser miembros activos de la comunidad, con inquietudes. Una gente comprometida no se droga, tiene otras aspiraciones.

            Procuremos estar en la calle, en los hospitales, en los centros, en los juzgados, en las comisarías, en las cárceles... donde están las personas con problemas.





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